Llegamos a Educarte agotados, discutiendo por todo. Sentíamos que soloaHicimos el programa A.M.A. y nos encantó, pero en momentos, necesitábamos algo más personal. Nuestro hijo tenía miedos muy intensos y nos costaba mucho entenderlo y nos veíamos sin herramientas. En E.C.O. pudimos ir al ritmo que necesitábamos, mirar también nuestra historia, y empezar a sostener mejor lo que él estaba expresando. Ahora entendemos mucho más lo que le pasa… y lo que nos pasa a nosotros. sabíamos gritar y luego nos moríamos de culpa. Con el proceso entendimos que no era cuestión de técnicas, sino de mirar dentro y soltar lo que nos dolía. Ahora podemos acompañar a nuestro hijo sin perdernos en cada discusión, y en casa se respira algo que hacía mucho que no teníamos: paz.

“Quería entender qué nos estaba pasando. En casa había tensión, distancia, gritos. Sentía que la estaba perdiendo. E.C.O. me ofreció algo que necesitaba: espacio, escucha profunda, y una guía que se adaptaba a nuestra historia. Empezamos por mí… y luego, poco a poco, ella también se fue abriendo. No fue mágico. Pero fue real. Y nos funcionó.”

“Estábamos agotados, repitiendo patrones que no queríamos. Nos costaba sostener las emociones de nuestros hijos porque no sabíamos sostener las nuestras. En E.C.O. no nos dieron un manual. Nos acompañaron a ver de verdad qué estaba pasando en casa. Eso cambió nuestra forma de mirar. Ahora los límites salen con más calma, y las rutinas en casa no son una guerra diaria.”

“Después de una separación dura, mi hijo estaba muy cerrado y yo me sentía superado. Me hablaron del programa A.L.M.A., nos vino muy bien y quise continuar con E.C.O. porque quería trabajar y profundizar más en mí. Fue la mejor decisión. Ahora puedo hablar con él sin perder los papeles, y él también ha cambiado. Aunque no siempre lo diga, sé que se siente más seguro conmigo.”